25 febr. 2009

Cuba sense sabó.

Publicat en 19:28 sota Alguns blogs interessants...

Els Germans de Sant Joan de Déu tenen a Almacelles (Segrià) un centre assistencial per a discapacitats psíquics . Podríem dir que som col·legues del centre on jo treballo.

Ens han demanat si podem arreplegar pastilles de sabó per enviar a Cuba. Ells, periòdicament, fan un enviament amb contenidors de productes escolars o sanitaris de primera necessitat, a causa de les necessitats urgents que té la població cubana.

Jo tinc un parell o tres de blocs cubans que visito periòdicament i avui, entrant en un d’ells, he pogut confirmar aquestes necessitats llegint el que diu Miriam Celaya en el seu blog SIN EVASION.

Us deixo l’enllaç per si el voleu llegir allà. Però també us copio el post aquí mateix.

http://desdecuba.com/sin_evasion/?p=152

La buena “Perla”

Febrero 24th, 2009

perla.JPG

El sábado pasado, 21 de febrero, una nota de Granma anunciaba “mejoras en los productos de aseo”. Para aquellos lectores ajenos a la cotidianidad insular, llámanse aquí “productos de aseo” a los asignados por la cartilla de racionamiento para tales fines, a saber, pasta dental (marca “Perla”), jabón de baño (“Nácar”) –nótese la recurrente evocación marina- y de lavar (“Batey”, quizás en memoria de la tradicional “batea” donde lavaron la ropa nuestras abuelas). Como dato adicional debe tenerse en cuenta que dichos productos no se distribuyen con una regularidad mensual, como ocurre con algunos renglones alimenticios. La crema dental, por ejemplo, “no llegó” el pasado mes de enero; en tanto los jabones de baño y de lavar se alternan: si “te toca” jabón de baño este mes, el próximo “te toca” jabón de lavar… O simplemente pasan dos meses sin  que “te toquen” ninguno de los dos. Para los administradores de la miseria, lavar la ropa sustituye el aseo del cuerpo, y viceversa. De cualquier manera, tal anuncio en el periódico más oficial de todos demuestra al menos dos cosas: 1) que Cuba es probablemente el único país del mundo donde la crema dental constituye noticia y 2) que hasta hoy los cubanos se han estado frotando dientes y encías con un mejunje desconocido entre cuyos componentes no se incluía el flúor.

Huelga decir que, ante la proverbial insuficiencia de los llamados subsidios del gobierno y como la distribución de la pobreza equivale en definitiva a más miseria para todos, siempre se hace necesario acudir a las tiendas de CUC (“shopin”, como se dice aquí en cubano) incluso para cubrir los requerimientos higiénicos más elementales de la familia.

El caso es que las anunciadas mejoras de los productos de aseo “encartillados” no dejan de sorprenderme: después de décadas de higiene bucal socialista nos hemos enterado de la próxima inclusión, a partir del mes de abril, de flúor en la pasta de dientes y de que en el segundo semestre de este propio año “se acentuará el sabor mentolado” de la misma.  Comenté jocosamente el anuncio con una familiar cercana, quien rió de buena gana mostrando con toda amplitud su prótesis dental y al menos una docena de obturaciones.

La mala calidad de los servicios estomatológicos, por su parte, debido tanto a la carencia de buenos productos con qué reparar las piezas dañadas como al deterioro del equipamiento técnico de las clínicas “especializadas”, es el complemento perfecto de la deplorable dentadura de muchos cubanos, un mal de vieja data que afectó sobre todo a las generaciones que crecieron durante los años 60 y 70, directamente perjudicadas por la falta de lácteos (la cartilla de racionamiento solo garantiza la leche a los niños hasta los siete años) y por la mala calidad de la crema dental “Perla”, única opción higiénica de aquella época.

El casi divertido anuncio del periódico me ha hecho recordar a un individuo que conocí en los años 80 y que, debido a la enorme cantidad de caries dentales que exhibía, había recibido el mote de “Pomorín”, que era, nada menos, la marca de una crema dental procedente de nuestro comercio con el fenecido Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), de los países socialistas de Europa del Este. Cierto que Pomorín era una crema dental con un sabor horrible, pero en justicia hay que reconocer que al menos contenía flúor.

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